#ElPerúQueQueremos

¿Cómo sobrevivir a la ciudad de las etiquetas?

Publicado: 2014-03-15

Tengo la costumbre de anotar en el calendario fechas que considero importantes. Pues hace un año y una semana exacta (fue un martes 28 de agosto de 2012) agarré un avión desde Madrid y regresé a Perú. Había estado un año en el otro lado del charco, el suficiente tiempo como para replantear algunos temas personales. Recuerdo que ese retorno significó para mí una derrota, porque mi plan era quedarme por España haciendo una vida nueva. No obstante, no me quedó otra que regresar.   

En los primeros días en Lima recuerdo que andaba con la moral por los suelos por algunos hechos que me ocurrieron en Madrid, como quedarme sin un centavo en el bolsillo, no tener familiares en quienes apoyarme cuando no sabía cómo lidiar con los problemillas del día a día, o tener que soportar conductas xenofóbicas por parte de una familia donde trabajé como nana.

Pues lo que hice en mis primeros días de regreso fue refugiarme en el trabajo. Era la forma de evadir la certeza de que ya había regresado a mi país. Por encima de mi tranquilidad y de ya no tener que soportar una crisis de lo más aguda en el otro lado del charco, extrañaba los amigos y la vida que había empezado a hacer en España. En ese ínterin, empecé a salir con un chico español que me devolvió la autoestima y creo que le gustaba escuchar con atención todas mis aventuras y entendía a la perfección lo que viví en mi corto tiempo en España (el país al que por ahora él tampoco puede regresar). Qué pena que lo nuestro no funcionó, pero vamos que la vida continúa. ¿Vale no?

Fue cuando esta relación terminó que por fin pisé tierra y me di cuenta que estaba de regreso en mi país. Pero uno siempre vuelve diferente luego de un largo viaje y, al menos en mi caso, traté de ya no tener más una visión tan localista de la realidad, como veo en muchos de mis pares peruanos. ¿Se han dado cuenta que los peruanos hoy solo hablamos de nuestra “pujante” economía, de nuestra “envidiable” gastronomía y solo nos preguntamos a qué bando político pertenecemos (¿eres rojo o eres facha?), sin lugar a que nadie pueda posicionarse en los centros o términos medios, como creo es mi caso?

No puedo negar que hice bien en regresar. En solo un año creo que he tenido un gran crecimiento profesional (en tan corto tiempo habré entrevistado a unas 100 personas, he realizado estudios para el sector público, vivo en un departamento al borde del mar y estoy encontrando nuevos retos laborales que la verdad que me encantan asumir). Intuyo que de haberme quedado en España hoy estaría friendo salchichas en Lavapiés o mendigando disfrazada de estatua en la Plaza del Sol. ¡Es obvio que con esa crisis yo no tenía ninguna oportunidad profesional!

Pero no todo es perfecto, pues a pesar de que ha pasado un año, siento que todavía no me readapto del todo. Y es que a veces extraño ser solo una sudaca en Madrid y no soporto la forma tan maleada en que los peruanos nos vamos etiquetando unos a los otros. No soporto esa obsesión tan absolutista que tienen algunos compatriotas por querer poner a todos en un mismo saco. “Que si eres caviar (Soy caviar, ay sí, ay sí), que si eres cucufato, que no pareces villamariana, que hay que fundar una nueva derecha o una nueva izquierda, que si eres blanca, que si eres de la ‘gentita’, que si tienes ‘buen apellido’ (¡mejor si es compuesto!), que si eres chola, que si eres mujer y vives sola, eres fácil”, son toda la serie de frases etiquetadoras que día a día escucho pronunciarse en la difícil y contradictoria realidad limeña. Y así puedo seguir y seguir nombrando.

Por mi parte, creo que todos esos comentarios y etiquetas son solo el reflejo del miedo de no ponerse en los zapatos del otro y de la terrible paranoia que algunos ciudadanos tienen respecto a los cambios que poco a poco se están dando en la realidad socioeconómica peruana.

Detrás de toda esa dinámica yo apelo a la tolerancia. Yo sé, yo también he caído en ese juego sonso de estar etiquetando a los demás. Como repetirme a mí misma por un buen tiempo “no salgo con peruanos porque todos son machistas” (¡mal por la etiqueta!). Cuando ahora creo que eso no es del todo verdad.

Hay una ley que me ha dado el ejercicio del periodismo: las etiquetas son insuficientes y mientras no tengas todos los datos de una persona no le saques una línea, no la parametres. Por lo demás, sé perfectamente que los amigos que me conocen bien, saben que aunque ya no sea una sudaca en Madrid, soy solo una chica que trata de vivir su vida como le parezca y hacer lo que le gusta. Nada más. !Pero por favor no me etiqueten!

Texto publicado en #Radar 5 de Coherencia el 3 de setiembre de 2013. 


Escrito por

ianamalaga

Tengo una colección tan grande de historias personales que ya solo me queda burlarme de mí misma.


Publicado en

El Club de la Manzana

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