Tantas veces fui 'puta'
Y lo seguiré siendo mientras que en Lima se piense que las mujeres que se dan ciertas licencias amatorias son “chicas fáciles”.
Estimadas mujeres sensatas:
Quisiera preguntar, me urge, ¿qué tipo de adjetivos debemos utilizar para designar a las chicas que practican su libertad sexual? ¿Cómo debemos nombrar a esas mujeres que tienen o han tenido relaciones con “varios” hombres a lo largo de su juventud? Sigo preguntando: ¿cuál es el número requerido de hombres con el que se debe tirar para decir “ella es una chica fácil, por ende, un mal ejemplo, un pésimo ejemplo, a seguir por una señorita recatada y de buenas maneras?" ¿Las debemos menospreciar, subyugar o, peor aún, no reconocer que pueden ser mujeres ejemplo de emprendimiento, perseverancia, esfuerzo o cualquier otro aspecto en que esas supuestas ‘chicas fáciles’ destaquen por encima del resto?
Hace dos días leí en las redes sociales el comentario de la hija de un ex presidente quien trataba de burlarse de la hija de un renombrado periodista por haberse "follado a medio Lima". Bueno, si la hija del periodista lo hizo o no con varios hombres es su problema y, considerando que en Lima no hay mucho material varonil disponible, más que condenarla la felicito: su lista de conquistas debe haberla vuelto una experta en las artes amatorias. Y eso es algo que miles de mujeres en Lima (por miedo a ser juzgadas) se roban el privilegio de experimentar.
El tema me toca porque hace no mucho mi ex trató de denigrarme por haber tenido, según su percepción, muchas relaciones. Pues bueno, no creo que haya otra persona en el mundo que pueda hacer mejor voto de conciencia sobre el asunto que no sea yo misma. Además, esa persona no tenía en ningún momento por qué restregarme mi pasado cuando irónicamente en el momento en que empezamos a salir ‘no la veía’ desde hace mucho tiempo.
Ya que nadie puede juzgar tan bien como mi propia persona, contaré mi historia. A lo largo de mis 20 años –es decir no hace mucho– experimenté mucho con el sexo opuesto. Tuve relaciones no con uno, sino con varios chicos que me atrajeron en un momento determinado y sentía que estábamos en algo. El lugar era lo de menos. Mis amigos cariñosos venían a mi casa, yo iba a la suya o acordábamos –la decisión siempre fue mutua– encontrarnos en un espacio donde pudiéramos gozar de nuestra total privacidad. Eso sí, no me metí con chicos que yo supiera tenían pareja. Siempre eran tan solteros como yo.
El caso es que viví mi sexualidad a plenitud y sabía jugar tal como ellos podían jugar conmigo. No me importaba lo que pensara ese chico sobre mí, yo solo quería explorar. Quería placer inmediato sin analizar que eso me podía generar más tarde harta confusión sentimental en mi cabecita. ¡Sí que sufrí y sufrí bastante! Aun así, no considero que me haya follado a medio Lima porque, salvo algunos choques y fugas esporádicos, los encuentros se repetían con los fijos. Pero allí no terminó la cosa. Un día me fui a vivir a Europa por un tiempo y también probé cómo lo hacen los hombres de otros países. ¡Allí sí que le di vueltas a todo y le di vueltas bien!
De aquellos encuentros furtivos (y sin darme cuenta) agrupé un número de ex relaciones sexuales que para algunos puede resultar un tanto considerable. Es decir, si me pongo a hacer cuentas, la cantidad de encuentros que he tenido con distintos hombres está por encima del promedio que una chica de mi colegio, pero incluso así no creo que mi lista sea muy larga si la comparo con el prontuario de relaciones que escuché puede tener una joven promedio de Europa o los Estados Unidos. Entonces, ¿alguien me puede responder si soy o no puta?
Lo curioso de asunto es que cuando volví a Lima no quería repetir el plato porque (sin ánimo de generalizar) el promedio de chicos en Lima me parece bien 'monse' en términos amatorios. Y sus artimañas de conquista tampoco me cuadran. Una vez traté de ser lo más educada posible con un conocido que me rondaba y literalmente le dije: “No voy a tener relaciones contigo” (porque simplemente no me gustaba). Nunca más me dirigió la palabra. Creo que no podía entender que yo (supuestamente una chica "tremenda") ahora lo choteara. Ese tipo de sandeces y la forma cómo abordan los hombres machistas a las chicas de Lima que consideran fáciles ya no me parece divertido.
En mis tempranos 30 es otra cosa lo que busco. No sé si será que he madurado, pero un día me aburrí de seguir coleccionando relaciones clandestinas y ahora el sexo casual ya no me causa tanto sentido de aventura. Hoy prefiero un hombre con cabeza. Prefiero una persona que me acepte con mi pasado y aun así proyecte que podemos tener (si funciona la cosa) un futuro juntos. Y que a la hora de la cama, no todo se restrinja al placer, sino que también comparta conmigo sus sueños y frustraciones como yo también lo puedo hacer. Viví muchísimo y me alegro, pero sé que ahora tengo para ofrecer algo mucho más duradero e intenso que un simple cuerpo (como antes podía pensar).
Yo no sé si mi pasado me condena o seré vilmente lapidada por Lima la chismosa por relatar esta historia (en esta ciudad uno se sincera y rápidamente todo se malinterpreta). Algunos dirán que es algo sumamente personal. Pues bien, considero que si comparto estas vivencias quizá ayude a que se rompa el estigma de que ser joven y activa por decisión propia no debe ser condenado. Y eso es algo que los hombres machistas y las mujeres que también son machistas lo deben entender.
Que quede claro que el machismo no es una práctica exclusiva de los varones. Somos nosotras, las féminas, las que también juzgamos burdamente de “zorras” a las jóvenes o adultas que se sabe han tenido relaciones con varias personas. Pero si conocemos a un hombre que está en la misma situación, no pasa nada, es simplemente un hombre libre. ¿Por qué tenemos que reforzar nuestra situación de desventaja? Pido los mismos derechos para ambos sexos y espero que algún día las cosas cambien: ser virgen no te hace santa, y tener sexo no te hace una puta, como dicen por allí.