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Mi papá siempre fue mi mayor admirador

Publicado: 2014-06-15

Mi papá nunca fue un “padre ejemplar”. No fue de esos señores abnegados, fieles y falderos que salen en los comerciales de TV justo por estas épocas. Eso no fue mi papá. Por ser un hombre –digamos que un hombre muy atractivo cuando fue joven– hizo algunas “locuras” de niño inmaduro. Digamos que eso nos afectó a mi madre, a mis hermanas y a mí. Digamos que mi padre es un hombre algo desatinado, sobre todo cuando se jacta de todas las mujeres que han pasado por su vida. Digamos que, por esa razón, por mucho tiempo yo estuve muy molesta con él. De hecho, andaba molesta con todo el género masculino. Y así también hice locuras.  

No sé si todo cambió –o algo muy importante cambió– el año pasado. Me enfermé y me tuvieron que internar en la clínica. Había que operarme de un tema que felizmente no era grave. Sin embargo, en un momento me sentí muy sola porque mi pareja de entonces ni quisiera se dignó a acompañarme. Estaba desolada hasta que de la nada llegó mi papá. Y en todo momento de mi paso por la clínica él me acompañó. Leía el periódico, tomaba café y se distraía viendo la televisión, pero no me dejó sola ni un minuto. Siempre alerta, siempre pendiente de mí. Cuando le conté que el tema de mi operación era minúsculo y si quería se podía ir a su casa, el siguió allí acompañándome. Preguntándole al doctor cómo estoy, a qué hora salgo. No sé por qué, pero sentí que eso era precisamente lo que necesitaba. Al salir de la clínica no paré de abrazarlo. Y él me invitó un gran almuerzo y me compró dulces, como cuando era niña.

Mi papá y yo saliendo de la clínica

Recordé entonces que por más que yo anduviera molesta, él nunca ha dejado de tratarme como su niña adorada. Mi hermana mayor me dice que él todavía me trata como su hijita engreída por ser la menor de las mujeres. Mi papá todo el día está pendiente de que yo esté bien. Va a mi casa y me dice que no me olvide de tender mi cama. Eso sí, sigue siendo bastante desatinado al hablar. Si le digo que salgo con muchos chicos, se molesta y me dice “ya deja de estar jugando con tantos enamorados de paso”. Y si le digo que estoy sola como el castor, se vuelve a molestar y me dice “anda sal a la calle y consíguete un chico”. ¡Quién entiende a los hombres por favor!

Sí, sí, el señor que me trajo al mundo puede pecar de desatinado, pero sigue siendo mi papá y con el tiempo me he dado cuenta que yo heredé muchas de sus formas y maneras. Tal vez muchísimo de él. Para empezar, mi papá siempre me crio en libertad. De niña también me dijo que leyera bastante, y yo le seguía los pasos porque él era un devorador contumaz de libros. ¡Es una enciclopedia histórica andante mi papá! Y de todas las cosas que él me enseñó, creo que la más importante es que siempre sea auténtica. Una vez siendo una adolescente, me rapé parte de mi cabello porque era una moda de colegialas. Al verme me dijo: ¿Por qué haces eso? “Porque está de moda”, contesté. Entonces él tomó aire y se sentó a mi costado. “Nunca sigas al resto porque hay modas. Nunca sigas al ganado. Siempre sé tú misma. Que así sin máscaras ni rollos, ya eres hermosa”, me dijo. Y eso a mí me marcó.

Mi papá siempre ha sido extremadamente simple y desprendido. Una vez siendo yo muy pequeña fui a la playa con mi familia. Al regresar subimos en carro un cerro empinado y pedregoso. En el camino encontramos a una paisana que cargaba un saco pesado a sus espaldas. Ella subía el cerro con una mezcla de desdicha y bastante cansancio. De seguro era una señora que salía de trabajar de una casa en la playa. Al verla por la ventana mi papá paró el auto. Mi mamá no entendía lo que él estaba haciendo. “Súbase ahora mismo al carro señora. Que yo la llevaré a su pueblo”, le indicó mi pa. Y así la paisana viajó con nosotros una media hora hasta que bajamos el cerro y mi papi la dejó en su pueblo. Entonces mi mamá le rezongó. ¿Por qué hiciste eso Lucho? “Mira, mientras yo vea a una persona que necesite mi ayuda y está en mis manos poder hacerlo, se la daré”, contestó mi papá. Creo que en el momento de ayudar a mi papá no le importan las diferencias de clase, color o género. Y eso a mí también me marcó.

El señor que me trajo al mundo creció en una familia donde había mucho dinero, pero él siempre me inculcó el valor de la sencillez. Dice que detesta a las personas presuntuosas y que solo buscan lujos (porque las ve ficticias) y se burla descaradamente de las poses. Mi papá no guarda rencores con nadie y poco le importa lo que digan de él. Tampoco tiene reparos en decir siempre lo que piensa, aunque sea un comentario muy desatinado. Las veces que me he amargado y lo he insultado como una niña por sus desatinos, él solo se ríe y me mira con ternura. Entonces, en un instante, se va toda mi amargura y yo también me pongo a reír.

con mi papá y mi hermana en el circo

Mi papá era quien me hacía la lonchera para ir al colegio. Me recogía en pijama de todos los quinceañeros y de paso jalaba a mi paje a su casa. Y si en un momento yo lloraba porque le decía que no entendía la tarea de historia o matemáticas (fui recontra chancona en el colegio), mi papá se sentaba a mi costado, me tranquilizaba y me recordaba que leyera bien las instrucciones de la lección. No sé por qué, pero en ese momento ya lo entendía todo. Y al día siguiente me sacaba 18 o 19 en los exámenes. Y cuándo le preguntaba a mi papá temas que no comprendía de pequeña -como eso de las relaciones entre homosexuales-, él me decía, mira hija, cada quien es libre de amar o hacer con su vida lo que le venga en gana. Hay que dejar ser libres a las personas. Bien ‘progre’ terminó siendo mi papi.

El señor que me trajo al mundo siempre fue mi mayor admirador. Dice que no le gustó la carrera que estudié (hubiese preferido que estudie algo relacionado a los negocios), pero desde que me inicié en el periodismo escrito ha leído absolutamente todos mis artículos publicados en los diarios. Y me dice cómo mejorar mis reportajes o se interesa de los temas económicos sobre los cuales escribo. Ah, y algo muy importante: me repite siempre que no me olvide de las reglas básicas de la puntuación.

Si es que alguien escuchó alguna vez de mi boca que detestaba la forma de ser de mi papá, hoy me retracto y digo que eso es mentira, siempre, siempre lo he querido y admirado muchísimo. ¿Qué por qué hizo tantas locuras hasta avanzada edad? No es algo que crea deba preguntarle, pero supongo que le faltó la presencia de su mamá, quien murió cuando él tenía apenas 30 años. Hace poco le pregunté si seguía teniendo una vida desenfrenada. “No, ya estoy viejo para tantas vainas”, me contestó. Espero que así sea, papá.

Alguna vez un ex enamorado que trató de conocerme a fondo me dijo algo muy simple: “los papás y las mamás tienen sus propios rollos. Pero si los abrazas fuerte y les dices que los quieres, reducen su miedo y son más amor”. En ese momento no le entendí nada, pero ahora comprendo perfectamente a qué se refería. No sé cuánto tiempo más tendré a mi papá conmigo. Pero hoy particularmente me han dado ganas de abrazarlo. Y algo muy importante: quisiera decirle también que gracias a él, sigo siendo y siempre seré yo misma.


Escrito por

ianamalaga

Tengo una colección tan grande de historias personales que ya solo me queda burlarme de mí misma.


Publicado en

El Club de la Manzana

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